sábado, 11 de febrero de 2012

Obra, Antonio Machado.

A un olmo seco.


Al olmo viejo, hendido por el rayoy en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.


[...]
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que, rojo en el hogar, mañana
ardas, de alguna misera caseta
al borde de un camino;
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas;
antes que el río hacia la mar te empuje,
por valles y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi cartera
la gracia de tu rama verdecida.


Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

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